En la ciudad, bajo el alero de los postes, se divisa una mirada fría.

Entre canchas abandonadas consumiendo sustancias. Gargantas secas fumando bajo el sol. Gargantas burlescas y cesantes. 

Vestida sport darks modo gótico. Tiene una pistola tatuada y la otra guardada en su boxer negro y rojo de seda everlast. Con unas zapatillas de resorte puma.

No pudo cumplir su cuento de hadas por eso se convirtió en hombre. Anoréxica, prefiere tener para el vicio que para comer. Hace sufrir a su familia de una manera olímpica. 

Busca lugares lúgubre para reunirse con gente lúgubre y hacer sus rituales entre raves. Luces rojas y humo. Ella vive así. Sin familia, sin horario, sin amor. Va con la cadena de plata.

 No se viste provocativamente para que no le falten el respeto. Lleva  beatles de cuello alto siempre enlutada  🥀 . Cadena gruesa al cuello. Tiene un aroma frío y un aire masculino. 

Su segundo nombre es Rosario pero lleva una cruz al revez bajo la sien.

Una noche salió de casa para no volver. 

Hace años vive en una pieza de cemento, de donde entra y sale gente todo el día.  Se desliza por el suburbio en un coche negro y bajo, sigilosamente. 


La atmósfera se enrareció.  Los pájaros se esconden. Se encierran en sus casas. El cielo está gris. El sol abrasa.  Garganta secas fumando bajo el sol. El sol chirrea y la grasa de su cuello se desliza como aceite hirviendo sobre una letra china desgastada. 

Exceso de energía les desborda. 

Ruge el estomago y el olor a sopaipillas fritas se cuela por los poros, activando todos los sentidos, imaginando la mostaza corriendo por la fritura.

Viene un amigo con dos sopaipillas y prensados. 

Con las cadenas gruesas falsas resplandeciendo al sol. Y unas gafas de obrero de construcción entre el sonido de la perforadoras y motosierras. Sale humo negro de las fábricas.

El solo quiere un par de zapatillas caras. Sale un guaton con sangre en la cara. Pero el solo piensa en sus zapatillas caras.

Hay que ir a entregar un encargo. Y cambiar de celular para que ella no siga llamando.



Van pasando por un muro inmenso en donde hay plasmado como es común un mito urbano latente y perecedero.  

Te tocó el atardecer con ellos. Ya es tarde para retirarse. No queda nadie en las calles.  Mentes turbadas se ríen alrededor de ti.

De pronto me llega un aroma frívolo, cómo su mirada amenazante que insiste en preguntarme telepaticamente que hago allí. 

 En la ciudad bajo el alero de la luz naranja de los postes se esconde bajo un jockey nike una mirada fría.

Ruge el estomago y el olor a sopaipillas fritas se cuela por los poros, activando todos los sentidos, imaginando la mostaza corriendo por la fritura. 

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